JACQUES RANCIERE.
El espectador emancipado.
En este libro Jacques Ranciére
nos presenta teorías sobre el arte, gran parte de su obra es un intento por
debatir pensamientos y proponer, al mismo tiempo una posición de desencanto
postmoderno y algunas claves que conduzcan a una perforación del orden
dominante. En el primer capítulo da nombre al libro y es, probablemente, en el
que mejor nos describa su propuesta general de pensar la emancipación.
Retomando la idea de uno de sus libros, El maestro ignorante, se propone
reflexionar sobre la emancipación en otro ámbito, vinculado ahora al arte,
específicamente como rol del espectador. El autor dice que partiendo de la
identificación del espectador como pasivo e inmóvil, se han propuesto dos
fórmulas que intentan modificar ese rol: la primera sugiere el distanciamiento,
presentar un enigma, una rareza, que el espectador deberá desentrañar; la
segunda, por el contrario, supone que éste debe incorporarse a la acción,
suprimiendo toda distancia. Ranciére quiere superar ambas, a las que considera
herederas de la idea platónica de que el teatro es pura ilusión y pasividad,
absolutamente alejado del conocimiento y la acción.
El filósofo francés dice que la
emancipación comienza cuando se cuestiona la oposición entre mirar y actuar,
porque esta forma de estructurar las relaciones entre decir, ver y hacer
pertenece a la estructura de la dominación y la sujeción y cuando se comprende
que mirar es hacer, se cuestiona esa distribución de las posiciones. Así, se
propone en este capítulo trasladar el presupuesto de igualdad de las
inteligencias al de igualdad entre artista y espectador. El espectador es
activo: observa, selecciona, compara e interpreta, y compone, así, su propio
poema. A diferencia del esquema en el que tanto el maestro o el artista tienen
un saber que transfieren al alumno o espectador, se propone aquí una
disociación entre lo que el artista transmite y lo que el espectador construye.
Pero esta acción es individual, y es la capacidad que tiene cada uno de traducir
lo que se percibe lo que lo hace igual a otro. No hay capaces e incapaces de
ver la realidad, ni tampoco un mecanismo de ocultamiento de la realidad: “lo
que hay son simplemente escenas de disenso, (desacuerdo, discrepancia)
susceptibles de sobrevenir en cualquier parte, en cualquier momento” (p. 51),
es decir, reconfiguraciones de lo sensible, lo perceptible y lo pensable.
Es posible que el tercer
capítulo, “Las paradojas del arte político”, sea la exposición más acertada de
su visión acerca de la relación entre arte y política y su particular teoría de
la estética. Propone evitar las miradas tradicionales sobre la relación entre
modernidad y posmodernidad, así como su contracara, la oposición entre
autonomía del arte y arte político. Por último, Ranciére propone para pensar
los modos por los cuales pueden interrumpirse las coordenadas normales de la
división de lo sensible, dando lugar a su reconfiguración. Así, arte y
política. “La imagen intolerable” refiere al caso específico de utilización de
imágenes fotográficas o de películas sobre situaciones de horror humanitario.
Según Ranciére, en esos casos, su efecto político no existe sin unos supuestos
que implican que el espectador ya se encontraba conmovido por un tipo de
pensamiento crítico y, además, ya se sentía culpable por compartir el sistema
que generó esos horrores. Otra respuesta que se ha dado a este problema es la
de la crítica de la imagen en nombre de lo irrepresentable. Así, se ha
sostenido que en el centro de un horror o una masacre hay algo irrepresentable,
que no puede ser fijado en una imagen.
tanto la imagen como la palabra
pueden operar como formas de redistribución de los elementos de la
representación, especialmente en cuanto a la construcción que se hace de la
víctima. Finalmente, “La imagen pensativa” abre otro campo de discusión en el
que la emancipación juega un rol más marginal. Centrado en el análisis de
películas, novelas y fotografías, Ranciére acuña el concepto de imagen
pensativa, debatiendo con otras perspectivas sobre el asunto. Este tipo de
imagen es el lugar de una indeterminación entre dos tipos de imágenes: “la
noción común de la imagen como doble de una cosa y la imagen concebida como
operación de un arte” (p. 105). En este caso, se refiere al entrelazamiento de
dos regímenes de expresión, por ejemplo, entre pintura y literatura, pero en
una relación que no está definida y cuyo resultado es la “pensatividad de la
imagen”. Se producen así, dos cadenas, dos regímenes que producen intercambios,
distancias y fusiones, donde, finalmente, juega su rol el
espectador emancipado. Este libro constituye un valorable trabajo cuya teoría.
piensa al mismo
tiempo el orden social, la política y el arte.
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