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Imágenes pese a todo - Didi Huberman

En agosto de 1944, los miembros del Sonderkommando de Auschwitz-Birkenau lograron fotografiar clandestinamente los métodos de exterminio utilizados en el lugar donde ellos mismos se encontraban prisioneros. Se obtienen cuatro fotografías de aquellos momentos. Y en este libro intenta analizarlas preguntándose por las condiciones en que determinadas fuentes visuales pueden ser utilizadas por la disciplina histórica. Igualmente, el autor propone una crítica filosófica de lo inimaginable, pero también de lo que, pese a todo, podemos imaginar al respecto. Se trata de comprender, así, lo que significa ese pese a todo en este contexto. El objetivo es descubrir que las imágenes pueden desvelar lo real, por lo menos de alguna forma, y sustraerse así a los peligros del fetichismo. 

Este acto de fotografiar lo inimaginable, de refutarlo, de romper con el aislamiento pese a todo el horror, pese a todo silencio, obligado silencio, pese a todas las circunstancias y las consecuencias que el contexto imponía a los cuerpos de estas personas Didi-Huberman, se constituyó en un gesto cuyo objetivo era llamar la atención sobre aquel punto ciego que actuaba bajo la pretensión de negarse a sí mismo. Aquello que se conoció como «La Solución Final» y, por supuesto, los mecanismos para ponerla en práctica debían permanecer en el más absoluto secreto, hasta el punto en que, como señala Arendt, el lenguaje usado por los miembros del Servicio de Seguridad, SS, para referirse al asunto debía cifrarse de tal forma que:
difícilmente se encuentren documentos en los que se lean palabras tan claras como «exterminio», «liquidación», «matanza». Las palabras que debían emplearse eran «Solución Final», «Evacuación» […] y «tratamiento especial»(Arendt).
Así pues, esta Elocuencia del Diablo, como la llama Arendt (en: Didi- Huberman), funcionaba para que no pudiera ser creíble aquello que sucedía en los campos de concentración como Auschwitz (Didi-Huberman). Pero esto no significaba la negación de los campos, sino la relación entre la realidad que se vivía en los campos y el lenguaje empleado como estrategia para que lo sucedido no pudiera ser juzgado como un «crimen», es decir, una mentira (Arendt), una maquinaria de desimaginación (Didi-Huberman), donde todo rastro de lo que sucedido en Auschwitz quedara para siempre ausente de sí mismo, en una atmósfera general de irrealidad (Arendt).
El hecho de que estas fotografías llegaran a la resistencia en Cracovia y, por medio de ella, consiguieran reproducirse hasta alcanzar una zona más occidental del pensamiento, de la cultura, de la decisión política (Didi-Huberman), muestra que la intención de tan arriesgado acto consistía en hacer palpable, en conseguir intervenir y agenciar la intervención sobre aquella realidad que, paradójicamente, debía permanecer secreta a los ojos de quienes eran los destinatarios del esfuerzo del Sonderkommando por capturar algo de lo que sucedía en Auschwitz. Y, aunque la palabra «solidaridad» parece esquiva, ya sea por su sentido incompleto, no total, polivalente o necesariamente fragmentado, a la intencionalidad que Didi-Huberman le atribuye a las fotos, el gesto que queda impreso en ellas es justamente el de crear un mecanismo para llamar la atención de un mundo externo, hacer imaginable lo que parecía imposible, sobre unas condiciones que se camuflaban entre las palabras y los setos que escondían las cámaras de gas de Auschwitz. En otras palabras, la acción de fotografiar lo que sucedía en las inmediaciones del crematorio V de Auschwitz consistió en un acto cuyo inicio es la empresa del Sonderkommando por hacerlo posible, llevarlo a instancias internacionales y convertirlo en un testimonio imagético de algo que parecía irreal; un acto político de resistencia contra el secreto. Pero el secreto no estaba destinado para quienes hacían parte de la realidad de los campos de exterminio, aunque estos, todos, debían creérselo, sino a quienes tenían la capacidad de intervenir sobre el proyecto nazi.
Por ello, lo que llama la atención del análisis propuesto por Didi- Huberman sobre las fotografías antes mencionadas es justamente que lo que se evoca en ellas es la intención de «dar a conocer». ¿Pero que se buscaba «dar a conocer» con estas fotografías? Podría pensarse que al nivel de la experiencia lo que se buscaba «dar a conocer» era un determinado estado de «horror» que se vivía en los campos de concentración, y en continuidad con ello, en el nivel de la política internacional, se buscaba «dar a conocer» elementos que permitieran juzgar lo que allí sucedía y con ello generar acciones para intervenir sobre aquello que no podía ser enunciado como un «crimen» sino como un estado de «horror». En este sentido, lo que configura la acción solidaria pretensa en las hasta ahora cuatro fotografías, como acto, es la invocación de la intervención externa sobre un problema que permanece oculto para ella: lo que Didi- Huberman llama la zona más occidental de la decisión política (Didi-Huberman). Pero este acto de solidaridad tenía una cierta direccionalidad, se engendraba, por así decirlo, en las fauces del monstruo. Implicaba, de este modo, generar un «intersticio» que hiciera evidente los conflictos que este secreto traía a diferentes escalas: de ahí que estas imágenes hubieran sido conocidas pese a todo.

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